Instrucciones para Bordar un Feminicidio – La instalación tiene como soporte la necesidad de no olvidar, acudiendo a un dispositivo de memoria colectiva y reflexiva, que se activa al bordar en la tela los nombres de algunas mujeres asesinadas, el bordado como técnica íntimamente femenina que ha pasado de generación en generación, se ha convertido en un acto de memoria y liberación, las nociones del tiempo lineal se desvanecen y se abre al universo de lo intemporal, lo cíclico y lo sensible, en el que la historia de la mujeres se encuentra en un espacio para ser interconectado pasado y presente. Por lo tanto, bordar sus nombres es un acto simbólico que nos invita a recordarlas, estos nombres son el relato de algunas mujeres que fueron violadas, golpeadas y/o torturadas, por su ex pareja, vecino, amigo, familiar o algún conocido y es el acto más extremo de la violencia hacia las mujeres, el feminicidio.
El público es invitado a activar este dispositivo de memoria bordando, leyendo los nombres o algunas frases como: “si no es para mí no es para nadie”, “dijo que me amaba”, entre otras, que se encuentran bordadas. La intención es que el público elija un nombre, coja aguja con hilo y borde con la puntada que sepa o se invente. El objetivo es entrar en reflexión con el cuerpo, nuestro cuerpo como ejecutador de la acción simbólica y política de bordar.
Es una acción de larga duración, de concentración, donde se invita a sentir como la aguja traspasa la tela y el hilo genera texturas y tiempos que solo el bordado nos ofrece, el público es un sujeto activo de esta memoria.
Boyacá es uno de los departamentos con más alto índice de agresiones hacía la mujer, nombrar a todas nuestras muertas es reconocer la violencia estructural e histórica, que existe en todos los territorios y en cada uno se manifiesta de forma diferente, donde la forma extrema de esta violencia es el feminicidio.